Robertus: El quinto elemento

Lo grotesco, en contraposición a lo bello y a lo feo, es aquello que no es bello, como lo feo, pero que lejos de buscar la belleza, se deleita en su fealdad, es aquello que no puede llegar a ser bello por su propia constitución, que busca provocar en el espectador una reacción: lo grotesco es provocador, sensacionalista, satírico y burlesco, y es empleado por artistas de todo el mundo como una herramienta de subversión, de crítica y de burla.

Esta serie de pinturas al óleo une esta búsqueda del factor grotesco con la pasión por el cuerpo humano, y particularmente por los músculos, con estudios anatómicos y puesta sobre el papel de cuerpos en carne viva. Mediante el desollado de conocidas imágenes de la historia del arte, pongo de relieve tanto mi particular interés por los entresijos del cuerpo y la belleza del sistema muscular, sus cientos de hebras y sus vivos colores rojizos que componen el sistema motor de nuestro cuerpo, como la necesidad de provocar, de generar una imagen grotesca cargada de un humor ácido y burlesco.

Las obras constituyen una burla de los grandes iconos de la historia del arte, una eliminación de su estatus como iconos mediante la eliminación de sus características divinas, mediante la muestra de sus rasgos más humanos, los músculos, aquello que todos nosotros somos de forma intrínseca. La desmitificación de los grandes ídolos de la historia del arte constituye una burla e invita a la reflexión a un espectador acostumbrado a ver estas imágenes bajo el manto de la divinidad, como dioses más que como constructos, seres creados por nosotros mismos que una vez elevamos a la categoría de supremos, y que una vez más se encuentran entre nosotros, con sus cuerpos musculosos, huesudos, imperfectos y, en definitiva, humanos.

El quinto elemento es la carne, el tejido viviente, lo que en el fondo somos, el elemento que nos da la vida y que no hace distinciones.